jueves, octubre 08, 2009

"Siempre"


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Él siempre se despertaba muy temprano para ir a su trabajo. Se metía a la ducha, siempre a la misma hora y su café de la madrugada siempre tenía el mismo sabor. Al salir de su casa, siempre prendía un cigarrillo, que siempre se le terminaba en el mismo lugar, justo cuando la gente de siempre caminaba con él para subirse al Metro. Él siempre esperaba con ansias que el metro llegara a la tercera estación para que ella subiese al tren. Ella, con ese perfume que siempre le susurraba cosas bonitas al oído. Así, siempre llegaba feliz a su trabajo, que siempre era el mismo. Hasta que un día, por la radio que siempre tenía encendida, anunciaron las lluvias más copiosas que ha habido alguna vez en su ciudad.
De ese hecho, hasta hoy, ha pasado cerca de un mes y ya no suceden las cosas de siempre. Su vida rutinaria había terminado por ese temporal que aún no terminaba. Sigue madrugando y saliendo de su casa siempre a la misma hora, pero no puede fumar en el camino por la lluvia que cae a bloques. Tampoco ve a la misma gente de siempre, porque está todo inundado debido al aguacero que caía. Y ella, con su perfume que le susurraba cosas al oído, muy rara vez aparecía. Por esto, hastiado de la maldita lluvia que ha caído durante tanto tiempo, él llega a su trabajo, que ahora le parece estúpido, monótono y le produce un cansancio demasiado grande.
Con su vida en mal estado, un día él se sube al Metro totalmente empapado y en la tercera estación, subió ella. Entonces, el perfume comenzó a susurrarle cosas bonitas, que lo tranquilizaron muchísimo. Él comenzó a ponerse cada vez más feliz. De pronto tren se detiene por demasiada lluvia y al mismo tiempo, la fragancia le dice “Acércate”. Él mira hacia todos lados, buscándola, hasta que sus miradas se cruzan. Era la primera vez que pasaba. Ella se acerca y lo saluda como si lo hubiese conocido desde siempre, comienza a contarle su vida, las cosas que ha hecho y los lugares que conoce. Él está maravillado, era más hermosa de lo que podía recordar y era mucho mejor que escuchar al perfume. Su vida era excitante, llena de anécdotas y la lluvia sólo era una cosa sin importancia, nada que detuviera sus aventuras. Él comenzó a sentirse nervioso.
Hasta que ella le pregunta “¿Y tú, qué haces? ¿Cómo es tu vida?”. Él traga saliva, se pone incómodo y responde “¿Yo?... yo, siempre hago lo mismo”. Ella lo mira extrañada, le es difícil entender. Ahí, él se da cuenta que no puede ser siempre así; que la lluvia, por muy fuerte que sea, no puede terminar su vida; y en eso, el perfume le pregunta “¿Qué vas a hacer ahora?”. No lo sabe, no quiere saberlo, sólo quiere irse de ahí y sin despedirse, baja del tren. La mira con ojos brillantes, de verdad que su vida era demasiado monótona. El Metro cierra sus puertas, ella le dice adiós desde la ventana y el perfume le dice “Adiós, espero que tu vida cambie”. Sin dejar de mirarla, él espera lo mismo. El metro, el perfume y ella se van. Él, también.